LAS RAÍCES (El libro del Samurai)
El árbol genealógico del Señor Soma, sobrenombrado el Chiken Marokoshi, era
el más elaborado del Japón. Un año en el que su hacienda se incendió y estuvo a punto
de ser destruida, el Señor Soma dijo: "Incluso si la casa, los muebles y todo el resto es
destruido, no lo lamentaré porque son cosas que se pueden reemplazar. Lo único que
lamentaré es no haber podido salvar mi árbol genealógico, que es un tesoro de familia
de lo más precioso." Allí estaba un Samurai y dijo: "Voy a entrar en la casa y traerlo."
El Señor y los demás se pusieron a reír, diciendo: "La casa es ya pasto de las llamas,
¿cómo lo conseguiréis?" Aquel hombre no había sido jamás muy hablador y no había
sido particularmente diligente pero era alguien que iba hasta el final en todo lo que
hacía. Dijo también: "Hasta ahora no he sido de una gran utilidad a mi amo, porque no
he sido muy cuidadoso, pero he vivido con la idea de que un día mi vida podría ser útil.
Me parece que este momento ha llegado." Entonces se lanzó a las llamas. Cuando el
incendio fue apagado, el amo ordenó: "¡Que se encuentre su cadáver! ¡Qué gran
pérdida!" Después de haber buscado por todas partes, se descubrió su cuerpo en el
jardín próximo a los apartamentos; cuando se le dio la vuelta, salió sangre de su vientre.
El Samurai se había abierto el vientre y en él había colocado el documento para que
permaneciera intacto. A partir de ese día, se sobrenombró este documento "la
genealogía de la sangre".
En el Koyogunkan, alguien dijo: "Cuando estoy frente al enemigo, siempre
tengo la impresión de que penetro en las tinieblas y a causa de esto he sido herido
gravemente... sin embargo, vos que habéis combatido con tantos hombres valientes
jamás habéis sido herido. ¿Cómo es posible esto?" El otro contestó: "Cuando me
enfrento con el enemigo, es desde luego como si penetrara en las tinieblas. Pero
enseguida tranquilizo mi mente, todo se vuelve como una noche iluminada por la pálida
Luna. Si ataco en este momento, sé que no seré alcanzado." Esta es la situación en el
momento de la verdad.
Soñando
El gran maestro Taoísta Chuang Tzu soñó una vez que era una mariposa revoloteando aquí y allá. En el sueño no tenía conciencia de su individualidad como persona. Era sólo una mariposa. De pronto, se despertó y se encontró ahí acostado, una persona otra vez. Pero entonces pensó para sí mismo, "¿Era antes un hombre que soñaba ser una mariposa, o soy ahora una mariposa que sueña ser un hombre?"
El joven Samurai y su padre
Llega a su final este hermoso diálogo entre un viejo samurai y su joven hijo. Ya han conversado acerca de las motivaciones que deben guiar la vida y de cómo sobrellevar las dificultades.Pero qué hacer con aquellos que por envidia no nos dejan continuar.Aprende junto al joven Kan las tres armas más importantes que un samurai puede tener...
- Padre, tengo una duda que me atormenta - Se sinceró Kan - antes no te la quise decir por que hoy es un día de dicha. Pero no concuerda con lo que me acabas de decir.
-¿Si hijo?
- Ayer conté a mis amigos del pueblo que me iba a convertir en Samurai, que aprendería los secretos de nuestro arte y que me convertiría en el tipo de guerrero más poderoso que existe - los ojos de Kan se clavaron en el crujiente fuego - y los otros niños se rieron de mí, me dijeron que era un blandengue, que todo eran mentiras y que tuviera cuidado por que lo más seguro es que me dieran una paliza los verdaderos Samurais por mentiroso y que luego me echarían a la hoguera. ¿he de ser generoso también con esos niños padre?
- Hijo... - Una sonrisa de comprensión surcaba los labios del viejo Samurai, a él le había pasado lo mismo en su juventud y sabía que las mismas personas que hoy criticaba y ridiculizaban a su hijo, mañana serían sus más fervientes admiradores por su valentía y coraje - Hay una forma muy fácil de evitar las criticas...
-¿Cual es padre? - Pregunto entusiasmado Kan
- ... simplemente no seas nada y no hagas nada, consigue un trabajo de barrendero y mata tu ambición. Es un remedio que nunca falla.
- ¡Pero Padre! Eso no es lo que yo quiero, yo quiero ser fuerte y poderoso como tú, tengo aspiraciones y sueños que quiero cumplir en la vida. Y solo tengo esta vida para hacer esos sueños realidad ¿Como me pides que haga eso?
- Entonces Kan, ten mucho cuidados con los ladrones de sueños - dijo Kazo misterioso.
- ¿Los ladrones de sueños? - El niño Samurai miro temeroso a su alrededor - ¿Que son? ¿Demonios de la noche? ¿Duendes malignos? ¿Seres tenebrosos?
- No hijo, son tus amigos y personas cercanas a ti - Los ojos de su hijo lo miraban con una expresión triste, como si le acabara de caer el mundo encima - No te preocupes, solo son amigos tuyos, mal informados que quieren protegerte, quieren todo el bien para ti y que no sufras, por eso intentarán detenerte en todos los proyectos que hagas, para evitar que fracases y te hagas daño.
- Pero entonces son como los fantasmas del miedo y del fracaso, quieren mi bien y sin embargo me infringen el mayor daño que puede existir. Róbame mis sueños, mis ambiciones y por tanto las más poderosas armas que tengo de alcanzar lo que yo quiero. Si nunca lo intento... nunca lo conseguiré. Es cierto que si lo intento puedo fracasar, sin embargo también puedo tener éxito y conseguir lo que yo quiero!
- Eso es hijo y además, sin quererlo, acabas de descubrir tus tres armas más poderosas.
- ¿Cuáles? dímelo - su ilusión ante la perspectiva de tener más armas era enorme.
- La primera el Entusiasmo, si crees en lo que haces y de verdad te gusta podrás conseguirlo todo y debes creerlo con todos los vestigios de tu ser.
Kan asintió con la cabeza temeroso de interrumpir a su padre.
- La segunda ¡El Empuje! Has de aprender y trabajar, aprender y trabajar y después... enseñar, aprender y trabajar. Solo con el trabajo conseguirás tus objetivos. Si pretendes aprovecharte de la gente solo encontraras el fracaso, sin embargo, si trabajas con honor, en equipo y siempre intentas superarte... no habrá nada que pueda pararte.
Kan poso la mano en su corazón y se prometió a si mismo, en absoluto silencio que siempre trabajaría con honor y que nadie le pararía.
- Y tercero la Constancia - los ojos de Kan preguntaban a su padre que era la constancia, acaso no era lo mismo que el empuje - La Constancia hijo mío, es la capacidad de aguantar en los tiempos duros y seguir trabajando para que vengan los tiempos buenos, la constancia es el Arte de Continuar Siempre! Tú ahora acabas de empezar y mañana empezarás a practicar con los Samurais. Al principio, después de cada entrenamiento, te dolerán los músculos y estarás cansado, tendrás ganas de abandonarlo todo por que pensarás que esto es demasiado duro para ti. Pero si eres Constante y continuas aprendiendo y practicando, poco a poco tu cuerpo se irá adaptando y desarrollando, así como tu mente. Y veras como cada vez las cosas te resultarán más fáciles y obtendrás más resultados y más fácilmente. Los comienzos son siempre duros hijo, y solo si eres Contante tendrás el éxito asegurado.
Kazo vio como su joven hijo asentía medio dormido. Ya era tarde y hoy había aprendido más que en toda su vida. EL viejo Samurai cogió a su joven hijo y ahora aprendiz de su arte en sus brazos, levantando, a pesar de su avanzada edad, como si de una pluma se tratara. Su hijo le susurro algo al oído como "gracias papa!" antes de quedarse dormido. El general de generales se preguntó si realmente su hijo seguiría al pie de la letra todos los consejos que hoy había aprendido. Sabía que si así lo hacía llegaría aun más alto de lo que él, general de generales, había logrado.
EL SAMURAI Y EL PESCADOR
Durante la ocupación Satsuma de Okinawa, un Samurai japonés que le había prestado dinero a un pescador, hizo un viaje para recolectarlo a la provincia Itoman, donde vivía el pescador. No siéndole posible pagar, el pobre pescador huyó y trató de esconderse del Samurai, que era famoso por ser corto de genio. El Samurai fue a su hogar y al no encontrarlo ahí, lo buscó por todo el pueblo. A medida que se daba cuenta que no lo encontraba se volvió furioso. Finalmente, al atardecer, lo encontró bajo un barranco que lo escondía de la vista. En su enojo, desenvainó su espada y dijo: "Qué tienes para decirme", le gritó.
El pescador replicó, "Antes que me mate, me gustaría decir algo. Humildemente le pido esa posibilidad." El Samurai dijo, "Ingrato! Te presto dinero cuando lo necesitas y te doy un año para pagarme y me retribuyes de esta manera. Habla antes que cambie de parecer."
"Lo siento", dijo el pescador. "Lo que quería decir era ésto. Acabo de comenzar el aprendizaje del arte de la mano vacía y la primera cosa que he aprendido es el precepto: 'Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano."
El Samurai quedó anonadado al escuchar esto de los labios de un simple pescador. Envainó su espada y dijo: "Bueno, tienes razón. Pero acuérdate de esto, volveré en un año a partir de hoy, y será mejor que tengas el dinero." Y se fue.
Había anochecido cuando el Samurai llegó a su casa y, como era costumbre, estaba a punto de anunciar su regreso, se vio sorprendido por un haz de luz que provenía de su pieza, a través de la puerta entreabierta.
Afinó su ojo y pudo ver a su esposa tendida durmiendo y el contorno impreciso de alguien que dormía a su lado. Muy sorprendido y explotando de ira se dio cuenta de que era un samurai!
Sacó su espada y sigilosamente se acercó a la puerta de su pieza. Levantó su espada preparándose para atacar a través de la puerta, cuando se acordó de las palabras del pescador: "Si tu mano se alza, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza restringe tu mano."
Volvió a la entrada y dijo en voz alta. "He vuelto". Su esposa se levantó, abriendo la puerta salió junto con la madre del Samurai para saludarlo. La madre vestida con ropas de él. Se había puesto ropas de Samurai para ahuyentar intrusos durante su ausencia.
El año pasó rápidamente y el día del cobro llegó. El Samurai hizo nuevamente el largo viaje. El pescador lo estaba esperando. Apenas vio al Samurai, este salió corriendo y le dijo: "He tenido un buen año. Aquí está lo que le debo y además los intereses. No sé cómo darle las gracias!"
El Samurai puso su mano sobre el hombro del pescador y dijo: "Quédate con tu dinero. No me debes nada. Soy yo el que está en deuda."
jueves, 29 de mayo de 2008
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